7.9.10

Rome

Fue entonces cuando decidí que debia besarla como nunca antes lo habia hecho, como nunca antes me había atrevido. Bajó de sus labios la copa de cristal en el que se encontraba un poco de vino no muy fino y fue en ese instante, aquel momento en el que nuestros labios se rozaron y se encontraron en un extasis extraordinario. Tus robustos labios se apoderaron de los mios inmediatamente casi con desespero, y en el mundo que acababamos de entrar, donde no habia tiempo, donde no existian los minutos largos o cortos... nuestra mesa se llenó de sensualidad y excitación.

 Mientras me jalabas el cabello al mismo tiempo que sonreias y no me dejabas por nada del mundo, yo pensaba que asi debió ser desde el principio, que tu deberias tener mas de 10 esculturas mias, mientras que yo te tomaba fotos desnuda encima de la cama del primer hotel que viéramos.

Quién sabe? Te podria llegar a querer.

Era incontrolable, ninguno de los dos podía dejar de besar al otro, ni mover las manos que exploraban cada uno de nuestros cuerpos, cada vez estábamos mas cerca hasta que en un momento yo me separé para cogerte una mano, ponernos de pie e irnos de allí.

Y entonces me dijiste : "Fernando! Reacciona! Estás ebrio." y yo respondí : "Lo sé nena, no quieres ir a Roma conmigo?"

Roma

Annie, mi magnífica musa tan bella y tan hermosa, no sabes cuanto te deseé la última vez que nos vimos. Aunque  tus ojos me gritaban lo mismo.

Son esos momentos que simplemente no existen porque se vuelven tan sublimes como para ubicarlos dentro de una línea de tiempo físico. Se convierte simplemente en un delirio, una alucinación en la cual los sentidos se sirven un banquete de sensaciones. Tú.

Me amarias hasta la muerte. Asi es como debió ser desde el principio.