7.9.10

Roma

Annie, mi magnífica musa tan bella y tan hermosa, no sabes cuanto te deseé la última vez que nos vimos. Aunque  tus ojos me gritaban lo mismo.

Son esos momentos que simplemente no existen porque se vuelven tan sublimes como para ubicarlos dentro de una línea de tiempo físico. Se convierte simplemente en un delirio, una alucinación en la cual los sentidos se sirven un banquete de sensaciones. Tú.

Me amarias hasta la muerte. Asi es como debió ser desde el principio.

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